Duḥkha es una palabra sánscrita que normalmente se traduce como sufrimiento pero puede ser también frustración, insatisfacción, incomodidad, o la sensación de que lo que sucede no está de acuerdo con nuestras expectativas. El prefijo duḥ o dus- se refiere a algo negativo, malo y -kha ‘espacio’. Suele aparecer en agunos textos en contraposición a Sukha referido a algo agradable, feliz. Según el dicionario Monier Willians ‘Su’ es un prefijo que le da un valor positivo, bueno a la palabra que precede. Así, unido a -kha ‘espacio’ sería algo así como ‘buen eje’ segun el diccionario. Es decir que originalmente, Sukha se refería a la comodidad derivada de tener un buen eje en el carro y que el viaje era más cómodo. Al contrario, con un mal eje o un eje defectuoso, el viaje sería incómodo o molesto.
Más allá de su etimología, duḥkha es una palabra importante en las tradiciones surgidas en India hace 2500 años más o menos, sobretodo entre las tradiciones de ascetas y renunciantes (śramaṇa)que compartian diferentes prácticas y sentaron las bases para el nacimiento del budismo, el jainismo y las tradiciones monásticas también dentro del hinduísmo. Ellos buscaban respuestas a través de diferentes prácticas ascéticas incluídas la meditación, control de la respiración, el ayuno, permanecer en posturas por largo período de tiempo o soportar el frío y el calor entre otras.
En relación a concepción de duḥkha como frustración o resistencia, en el Sallatha Sutta se cuenta que Budha en cierta ocasión explica la diferencia entre una persona instruída (que conoce las enseñanzas de Buddha) y una que no.
“Cuando una persona no instruída siente dolor, se acongoja, se aflige, se lamenta, se golpea el pecho y se perturba. De modo que tiene dos dolores, uno físico y uno mental. (…) Es como si a un hombre le dispararan una flecha, y en seguida, le dispararan otra, debido a lo cual sentiría el dolor de las dos flechas. (…) Cuando tiene esa sensación dolorosa se resiste. Toda resistencia obcecada con respecto a ese dolor le obsesiona. Tocado por esta sensación dolorosa se deleita en el placer sensual. (…) Mientras se deleita en el placer sensual toda pasión con respecto a la sensación de placer le obsesiona. (…)
(…) En cambio una persona instruída, cuando siente dolor no se aflige, ni se acongoja ni se lamenta. no se golpea el pecho, ni se perturba. De modo que sólo siente un dolor, el del cuerpo, pero no de la mente. (…) De la misma manera que si a un hombre le dispararan una flecha pero ya no le dispararan otra a continuación, solamente sentiría el dolor de una flecha.”
Unos 800 años después, Patañjali codifica y une algunas de las prácticas de los ascetas, uniéndolas dentro de un marco védico y brāhmaṇa, es decir dentro del hinduísmo. Hay en sus aforismos una notable influencia budista bajo una cosmología y filosofía Sāṃkhya*.
Patañjali nos dice en el sūtra 2.15 Pariṇāma-tāpa-saṃskāra-duhkhair guṇa-vṛtti-virodhāc ca duḥkham eva sarvaṃvivekinaḥ ||2.15||
Para la persona de conocimiento, toda experiencia es dolorosa debido a la fricción de los guṇa, y al dolor causado por el cambio, el dolor y las impresiones latentes (saṃskāra).
Este sutra nos plantea el por qué de la práctica para luego darnos el cómo, unos cuantos sutras después cuando propone Aṣṭāṅga Yoga.
Entonces este planteamiento de Patañjali es muy similar a las cuatro nobles verdades del budismo: la verdad del sufrimiento de la existencia, la verdad sobre la causa del sufrimiento, el fin del sufrimiento y el camino para conseguirlo.
Patañjali nos dice que la existencia se caracteriza por el cambio constante debido a la interacción de las cualidades de la materia y al apegarnos a los objetos, las personas y los momentos, sufrimos porque no son estáticos y cambian, se deterioran y mueren. Además estamos expuestos a varios tipos de ‘dolor’ el causado por otros seres (un virus, una bacteria, un animal, una persona…) o por desastres naturales y el causado por nosotras mismas.
En este caso entran los saṃskāra o las impresiones latentes. No son otra cosa que los condicionamientos que vamos acumulando a lo largo de la vida y que determinan nuestro comportamiento. Cada experiencia vivida deja una impresión con un contenido emocional asociado, sea agradable o desagradable. Esta impresión está latente hasta que algun evento externo la activa, la trae a la conciencia y actuamos en consecuencia.
Esa nueva acción puede profundizar o debilitar ese condicionamiento. Para cambiar patrones, necesitamos trabajar nuestras intenciones y crear hábitos que debiliten esas impresiones latentes. Entonces el que discierne y tiene este conocimiento, sabe que el placer y el dolor son dos caras de la misma moneda. Incluso nuestros mejores momentos desaparecerán y no podemos aferrarnos a ellos.
Patañjali por otro lado define el yoga como el ‘el cese de las fluctuaciones (vṛtti) de la mente’ con lo cual querda clara la relación entre duḥkha y la mente.
Hoy la neurociencia llega a las mismas conclusiones. ‘Una mente divagante es una mente infeliz‘ concluye un estudio realizado por la Universidad de Harvard. La mayor parte del tiempo estamos lejos del momento presente, con la mente divangando entre recuerdos, imaginaciones, proyecciones, planes. Ese ruido, ese ajetreo, nos aleja de la felicidad o la paz interior. Esos pensamientos que surgen solos, son los vṛtti de los que nos habla Patañjali, los movimientos constantes de la mente, la divagación mental. Además, como ahora todo lo medimos, nos dice también la neurociencia que el 90% de esos pensamientos son repetitivos y la mayoría autobiográficos.
Con las prácticas de yoga, la meditación, la postura, la respiración, buscamos cultivar la atención y la presencia para darnos cuenta de ese piloto automático, esa ‘red neuronal por defecto’ en la que estamos la mayor parte del tiempo, el estado de ensoñación. El yoga busca que podamos ver la realidad tal cual es, sin las capas de condicionamientos acumulados con los años y ayudándonos a mantener la atención en el momento presente.
Saber que no decidimos nuestros pensamientos y aprender a no identificarnos con ellos son la base de una práctica yóguica. Con práctica podemos darnos cuenta de nuestros condicionamientos y pensamientos cuando surgen y así tomar un tiempo y espacio para no reaccionar de manera automática, intentado cambiar la dirección hacia una relación con nosotros y el entorno más abierta y no basada en suposiciones, temores y expectativas.
Lo difícil es darnos cuenta, y al darnos cuenta agredecernos, reforzar ese camino neuronal de atención y presencia para que cada vez sea más fácil.
Los pensamientos o movimientos mentales pueden ser según Patañjali kliṣṭa o akliṣṭa, es decir con aflicción o sin aflicción. Aflictivos o no aflictivos. Los no aflictivos no generarán más duḥkha y y tampoco crearán más condicionamientos. Los aflictivos, en cambio generarán más insatisfacción y pueden profundizar los condicionamientos adquiridos. En el próximo post abordaré estos kleśa, las aflicciones mentales.
- Sāṃkhya: Esta escuela filosófica porpone una visión dualista de la realidad donde la conciencia pura o esa esencia espiritual de cada persona es independiente del mundo material y el objetivo sería buscar la separación de la realidad material para estar en su propia naturaleza.